“La gran masa cede ante todo
al poder de la oratoria. Todos los grandes movimientos son reacciones
populares, son erupciones volcánicas de pasiones humanas y emociones afectivas
aleccionadoras, ora por la diosa cruel de la miseria, ora por la antorcha de la
palabra lanzada en el seno de las masas – pero jamás por el almíbar de
literatos estetas y héroes de salón” Adolf Hitler
El
olímpico Pericles con su imponente voz y maravillosa elocuencia, Demóstenes
quien a pesar de algunas limitantes enarboló discursos poderosos, Hitler y su
apasionada expresión, Martin Luther King con aquel sueño que al parecer no ha
logrado consagrarse, Obama y su conexión con las masas, todos además de sus
liderazgos positivos o negativos tienen
varias cosas en común: La oratoria y la exposición de exquisitos discursos ante
grandes audiencias.
Conforme
la humanidad evoluciona y los avances tecnológicos nos alcanzan, hemos
observado como a través del tiempo la forma en la expresión cambia dependiendo
de la época, sin embargo lo que no tiene tantas modificaciones, es el discurso
en público, las reuniones masivas de cualquier índole, político, social, económico
siguen siendo muy similares, claro que han existido cambios que van de la mano de
la tecnología, un ejemplo de esto es la incorporación de apuntadores digitales
y el teleprompter , este último ha sido de gran ayuda para aquellos que no son
autores de sus discursos. Barack Obama marcó una pauta en cuanto a la campaña presidencial
potencializada por el internet. Después de esto su método ha sido replicado en
diversas latitudes del mundo.
Hoy
nos encontramos ante una situación atípica, vivimos un momento que quizá solo
habíamos visto en los libros de historia, la pandemia nos ha orillado a la adaptación,
hoy es importante darnos cuenta que el discurso en público posiblemente puede
comenzar a vivir sus últimos tiempos, ya que con el contagio tan sencillo del
Covid-19 es muy fácil enfermarnos, esto traerá consigo que el orador o la
oradora que desee ganarse los adeptos de la gente sea cual sea su área de
acción, necesita forzosamente adaptarse a la actualidad, porque el discurso en
público será reemplazado por el discurso digital, en donde será más sencillo para
quien lo exprese porque tendrá a la mano grandes recursos tecnológicos que le
ayudarán desde la edición de sus videos, leer sin que parezca que lo hace,
entre otras cosas. La pandemia nos ha enseñado que es indispensable mantenernos
adaptados, sin embargo, todos aquellos que piensen que tienen resuelto el
problema del nerviosismo porque quizá ya no tendrán contacto con multitudes,
deben saber que aun así, necesitan mantenerse preparados, porque aún tendrán
contacto con aquellos reporteros que gracias a su destreza tienen la facilidad
para incomodar incluso hacerte ver mal frente a tu audiencia. O un ejemplo
sencillo, las clases, las reuniones de trabajo o sociales en línea nos enseñan que la tecnología es parte de
nuestra vida y que es más fácil que alguien nos interrumpa mientras hablamos,
solo basta con activar el micrófono en la reunión online.
La
comodidad será parte de las siguientes generaciones que deseen dedicarse a la exposición
de mensajes, pero deben mantenerse alertas, porque hoy es muy sencillo leer un guion
viendo a la cámara, hoy es muy sencillo editar “algo” que no nos guste, hoy es
muy sencillo vernos “frescos” ante los demás, pero, ¿Qué va a pasar cuando
necesites exponer sin el apoyo de un teleprompter? ¿Qué va a pasar cuando no
tengas oportunidad de editar el mensaje que quieres compartir?
El
“darwinismo de la oratoria” como lo he bautizado es una realidad. Adapta tus
discursos, aprende a grabar frente a una cámara, qué es lo único que ha
cambiado, porque el lenguaje corporal, la estructura de ideas y el transmitir emociones
sigue vigente. Termino diciéndote, a pesar de todo esto, no te confíes y sigue
ensayando para hablar sin ediciones, sin guiones y frente a grandes multitudes.
Alberto Ramírez